Se acabó el sueño. Ese que entre dirigentes, entrenador y cuerpo técnico, sparrings, jugadores y, finalmente, entusiastas hinchas, fuimos contruyendo. El gran sueño colectivo de avanzar más allá que hace 12 años en un Mundial. El sueño de llegar a una semifinal. El sueño de llegar a una final. El sueño de ganar una Copa del Mundo. Un sueño muy válido, porque todo se había hecho muy bien: desde la elección del entrenador, hasta la forma de jugar: siempre al ataque. Cuestión a la que el equipo jamás renunció.
Hoy caimos ante Brasil, candidato de siempre al título. Pero a diferencia de otros años, este equipo brasileño no tiene ningún brillo, salvo saber marcar los goles, que es lo que importa en el fútbol. De tres oportunidades, embocaron las tres. El resto del partido lo pasaron atrás, esperando la cuarta oportunidad.
A pesar de haber perdido, de los errores futbolísticos cometidos y de la rabia de perder contra un equipo brasileño que no juega bien, creo que, como dice GUAU! hoy, ganamos mucho más que un par de partidos: en estos casi tres años de proceso, recuperamos la confianza en nuestro equipo. Y ahora el futuro se ve mucho más brillante.
Próxima Actualización: Miércoles 30 de Junio.
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