El Once, nuestro Once, es un tema dificil de hablar. Genera odios, revive episodios oscuros y dolorosos en algunos, no sólo los días y años posteriores al golpe de Estado, también los días y años anteriores. Porque, como ha quedado documentado en imágenes, testimonios y textos, el Chile de aquellos años estaba totalmente dividido. Lo triste es que la culpa de todo esto la tuvo la clase política en su conjunto, personas que no lograron ponerse de acuerdo en terminar con descalificaciones y violencia.

Desde mi punto de vista, hay que separar las cosas. Por un lado el golpe de Estado y cómo se llegó a eso; y por otro la dictadura del régimen militar. No se trata de justificar el primero, sino de entenderlo, en qué se falló, por qué la clase política, las autoridades y otros, permitieron que se llegara a un punto de inflexión, de quiebre, donde se exacerbaba la violencia verbal y física contra los adversarios. El propio gobierno de Allende era irresponsable en las cosas que hacía, llamando al «gobierno popular» a tomarse fábricas, campos, fundos, casas, minas, y desobedecer lo establecido, a la burguesía. ¿Se imaginan algo así hoy día? Sería un caos. Había atentados de grupos de extrema izquierda y derecha, con varios muertos. Y se ha documentado la preparación de un ejército paralelo marxista para establecer un régimen totalitario de izquierda.

Algunas personas de centro derecha afirman que por eso mismo, porque todo era un caos y estabamos al borde de una guerra civil, no quedaba otra salida más que la intervención militar. Difiero de esa teoría porque creo que siempre hay otra salida, una pacífica. Hasta en Siria, hoy, en un esfuerzo sobrehumano, aunque se mantiene todo en un ambiente muy tenso, fue posible la no intervención militar de Estados Unidos. Que los protagonistas de la época, de ambos lados, no hayan querido dar su brazo a torcer, ya es otro cuento.   

Todo lo anterior no justifica para nada una dictadura militar de 17 años y menos aún los abusos, detenciones, torturas, muertes y desapariciones cometidos por ella. Se suponía que el golpe era solo para derrocar al gobierno y luego de unos meses devolver al poder político el control de la democracia. Pero el poder les gustó a los militares y ahí se quedaron un largo rato.

Los abusos cometidos no se le hizo solamente a guerrilleros, extremistas o terroristas. Bastaba con pensar distinto y que te denunciaran, a veces sin siquiera pertenecer a un grupo político para que terminaras siendo víctima de alguna de las cosas anteriores. Que digan ahora que los altos mandos no sabían, que grupos con poderes intermedios fueron los que cometieron las atrocidades a espaldas de ellos, no parece creíble.  

Personalmente, y gracias a Dios, en mi familia no sufrimos de abusos o injusticias ni con el gobierno de la UP (aunque un fundo estuvo a punto de ser tomado), ni con el gobierno militar. Cosa que agradezco porque me permite ver con mayor objetividad toda la situación.

Sin duda son tiempos que no debemos repetir ni olvidar jamás. Así como ayer, la clase política es la primera llamada a mantener la civilidad, alejados del odio y división que luego transmiten a la ciudadanía.

Es cierto que todavía falta para llegar a la paz total. Esperemos que en los años por venir, con el esfuerzo de todos, lo logremos.

Próxima Actualización: Mañana.

El Amo del Perro.

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