Cómo están.
Seguramente un poco desalentados con las consecuencias del maremoto japonés. No solamente por las pérdidas humanas y materiales que ha sufrido ese país, sino también con la destrucción que ese fenómeno provocó en nuestro país. Aunque ya más calmado, el mar volvió a entrar a las costas de varias localidades que sufrieron con el maremoto del 27 de febrero del 2010 y a otras donde nada pasó aquella vez, como Algarrobo, Coquimbo y otras más al norte. Los que más sufrieron fueron casas ligeras construidas frente al mar, kioscos de venta veraniega, pequeñas embarcaciones de pesca artesanal y algunos locales comerciales emplazados en las respectivas costaneras, como en Dichato.
Para esa gente debe ser como una pesadilla: cuando ya volvía a levantarse, a poner los pilares de su nuevo negocio o casa, todo se lo lleva otra ola un año después. Desolador.
Y eso que las olas fueron «chiquititas». Uno o dos metros.
Lo positivo fue que la coordinación y orden para realizar las evacuaciones de las zonas costeras fue excelente y no se produjeron desórdenes ni saqueos ni un pánico generalizado.
Pero lo más impresionante de todo este desastre ha sido ver el avance de la ola que azotó Japón. Es impactante ver la velocidad y la fuerza con que la ola se interna en la costa y cómo va inundando los pueblos y ciudades japonesas.
Ahora hay que preocuparse de la radioctividad de las plantas nucleares. Dicen que es posible que una gran nube radioactiva pueda avanzar hacia otras latitudes, poniendo en riesgo a varios países. Esperemos que no sea cierto y la nube se quede donde está.
Que tengan(mos) una muy buena semana. Mejor que la pasada, al menos.
Próxima Actualización: Viernes 18 de Marzo.
El Amo del Perro.
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